¿Toma o destrucción del poder?
Autor: Sebastián Sánchez Acero
Año: 2025
Esta es una pequeña reflexión sobre cuáles caminos hay que tomar ante las crisis que genera constantemente el capitalismo. Este sistema se basa en la premisa de acumulación de ganancias para los dueños de grandes empresas, gobernantes, jefes de Estado, narcotraficantes, etc, generándoles aun más riqueza privada la cual se expresa en ganancia dineraria. Y, además, el capitalismo pregona constantemente que todas las personas pueden obtener jugosas ganancias si venden su fuerza de trabajo de forma permanente. Sin embargo, parafraseando a Karl Marx, el capitalismo se contradice, ya que impulsa la competencia para maximizar ganancias, generando una superproducción más de lo que el mercado puede absorber.
En este
sentido, el capitalismo genera clases sociales; por un lado, está la burguesía,
la cual es dueña de los medios de producción y concentra el poder, a través del
Estado y de empresas particulares. Por otro, están los trabajadores, formales e
informales, que venden su fuerza de trabajo a cambio de un salario mínimo. Este
salario garantiza que los trabajadores asistan a su trabajo de forma constante,
ya que solo alcanza para satisfacer sus necesidades más básicas.
Es decir, el trabajo asalariado es la forma de explotación que el capitalismo
asume para resolver los problemas del capital. O, citando el texto del autor
Miguel E. Cárdenas Rivera, El Estado (burgués) y el mito de la
violencia legítima, "la crisis del capitalismo y los intentos de acudir al Estado revelan que este no es una institución pública, por el contrario, es un ente garante de interés privado que la burguesía estima necesario para resolver los problemas del gran capital" (Cárdenas, 2020, p. 22). Dicho en otras palabras, el capitalismo usa al Estado como ente de explotación hacia las clases bajas para superar las crisis periódicas que genera este sistema.
Ahora bien, en el capitalismo prima el bien individual sobre el bien común. Es decir, el capitalismo exacerba al individuo, atribuyéndole poderes absolutos los cuales chocan constantemente con la comunidad. En este sentido, en el capitalismo no es posible ni factible la vida en comunidad, ya que es la exacerbación del individuo. En el capitalismo, los individuos compiten constantemente en el mercado para vender productos y acumular ganancias dinerarias en manos de unos pocos. De esta manera, el mercado solo tiene el objetivo de competir entre los diversos postores; las empresas compiten para vender los "mejores" productos y servicios a través del dinero, generando además competencia entre los trabajadores para obtener mayores salarios. Sin embargo, estos salarios solo cubren las necesidades más básicas de los trabajadores, obligándoles a cumplir una jornada laboral dedicado a un solo oficio. Esto genera lo que Marx llama "alienación". Y es que los trabajadores, al especializarse en un oficio, este hace que la actividad que desarrollan se vuelva mecánica. Además, en el capitalismo, los trabajadores no son dueños de lo que ellos mismos producen, sino que estos productos desembocan en el mercado para competir, atribuyéndoles un costo.
Ante este fenómeno, la pregunta es, ¿hay que tomar o destruir el poder? Para responder a esta pregunta, es necesario preguntarnos qué hay más allá del capitalismo, si es posible emanciparnos de este y hacia donde queremos llegar como comunidad. En primer lugar, como plantea Gaya Makaran en la primera parte del libro Horizontes emancipatorios en América Latina, la emancipación es pensada como "la resistencia comunitaria frente a la falsa idea de buscar respuestas en un líder, presidente o partido político en el que depositar nuestras esperanzas" (Gaya Makaran, 2022, p. 25). Es decir, la emancipación es un proceso colectivo donde las capas subalternas toman conciencia de su condición de explotación y rompen las cadenas del capitalismo, transitando así hacia el comunismo. El comunismo es la superación de las formas de explotación por parte de una clase social a otra, ya que estas clases ya no existen. El comunismo es la emancipación de las diversas formas de explotación por parte de las personas, estableciendo relaciones de solidaridad por parte de los seres humanos para con la naturaleza. De este modo, la naturaleza no es vista como un medio de explotación, sino como un todo complejo compuesto por seres vivos que se relacionan entre sí. Así, en el texto Camilo Torres y Orlando Fals: antiélite, utopía y pluralismo, Miguel E. Cárdenas Rivera plantea la filosofía de estos dos antiélites, los cuales para ellos, la solución al problema agrario es "confiar en los campesinos y contar con ellos" (Cárdenas Rivera, 2018, p. 47).
En este sentido, ante la pregunta de la toma o destrucción del poder, el comunismo es la superación de este. O, dicho de otro modo, el comunismo es la superación del Estado, del dinero y otras formas que producen desigualdad que impiden la vida en comunidad. Ante esto, cada cuatro años en Colombia se presentan elecciones de funcionarios en los cargos políticos, sean de ideología política de izquierda o de derecha. Cada cuatro años existe una renovación del poder, presentándose candidatos, pregonando los errores del gobierno anterior y proponiendo soluciones de las cuales solo cumplen una ínfima parte. Además, la población les proporciona su confianza y esperanzas para que satisfaga sus necesidades, en temas como salud, educación, etc. Sin embargo, existe otra alternativa ante esta toma del poder.
Ante el problema del Estado capitalista y sus gobiernos de turno, la alternativa es establecer un autogobierno, en donde se lleven a cabo diálogos entre diferentes comunidades de las diversas regiones de Colombia acerca de soluciones ante los problemas que se presentan y, a su vez, descentralizando el poder. En este sentido, según R. Fineschi en su texto Un nuevo Marx, "Una teoría del Estado puede abordarse desde al menos dos puntos de vista distintos: por un lado, la teoría de los Estados en el capitalismo; por otro, la teoría del Estado como teoría del autogobierno racional de los hombres en su intercambio orgánico con la naturaleza, en la naturaleza, lo que evidentemente remite al planteamiento filosófico clásico del problema del autogobierno al menos desde Platón en adelante" (Fineschi, 2022, p. 190). Es decir, el autogobierno es una forma de superar el Estado capitalista en donde la comunidad discute de manera autónoma, activa y participativa acerca de los problemas que se pueden presentar y toman decisiones de manera conjunta sin necesidad de un ente superior y regulador. De esta manera, las personas de diversas regiones participan activamente en las discusiones acerca de las posibles soluciones a los problemas que poseen.
Como conclusión, para vivir en comunidad y tomar decisiones acerca de las situaciones que se presentan, debemos superar la figura del líder y empezar a discutir y plantear soluciones para superar las desigualdades y las crisis periódicas que genera el capitalismo. Esto es la vida en comunidad, donde no existen los individuos que solo velan por sus intereses, sino que todos y todas nos involucramos para transitar hacia un sistema en donde se suprime la propiedad privada, compartiendo los bienes comunes, los cuales son tierra, agua, aire, energía y conocimiento. Estos bienes son de acceso directo y gratuito para todas y todos. Este sistema es el comunismo...
Referencias bibliográficas
Cárdenas Rivera, Miguel Eduardo. El Estado (burgués) y el mito de la violencia legítima
Cárdenas Rivera, Miguel Eduardo. Camilo Torres y Orlando Fals: antiélite, utopía y pluralismo,
Fineschi, Roberto. Un nuevo Marx
Makaran, Gaya. Horizontes emancipatorios en América Latina
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