sábado, 29 de abril de 2023

¿Cómo sanar nuestras heridas emocionales?

Las heridas emocionales son traumas o lesiones psicológicas generadas, en muchas ocasiones, desde la infancia y que no se han superado a pesar del tiempo. Incluso, según el escritor español Borja Vilaseca en su libro Encantado de conocerme, "De hecho, sean cuales sean nuestras circunstancias externas, los expertos en Eneagrama sostienen que, por muy cariñosos que hayan sido nuestros padres, la tremenda experiencia que supone el parto suele dejarnos heridas psicológicas profundas" (Vilaseca, 2008, p. 39). Esta idea supone que las lesiones psicológicas tienen su origen en el parto, ya que, al nacer, salimos del útero de nuestra madre, y, por lo tanto, de nuestra primera zona de confort. Es esta nuestra primera herida emocional que se forma en nuestra vida, y es por esta razón que, en algunos casos, lloramos al nacer. Siguiendo con el autor, "Para compensar el tremendo shock que supone abandonar el cálido y agradable útero materno, el bebé comienza a sentir una infinita sed de cariño, ternura y amor" (Vilaseca, 2008, p. 23). Es decir, es aquí donde necesitamos mucho más amor para compensar esta carencia.

La vida, desde el principio, nos pone diversos retos para superar. El primer paso para esto es conocernos como seres de amor que somos. Este es un proceso constante y consciente que llevamos a cabo, cuya finalidad es amarnos y ser felices. Después de amarnos y aceptarnos tal como somos, viene la interpretación que le damos a los hechos que nos van ocurriendo. Teniendo en cuenta que nos amamos y nos aceptamos tal como somos, como lo indica Borja Vilaseca en su libro Encantado de conocerme, "Pero la verdad es que lo único que sí puedes cambiar es la interpretación que haces de los acontecimientos en sí, conociendo y comprendiendo cómo funciona tu mente" (Vilaseca, 2008, p. 9). Nuestra versión original, como seres que somos, contiene valores innatos como paz, luz, respeto y, sobre todo, amor. El amor es el principal valor que contiene nuestra esencia, y de este se desprenden los otros valores ya mencionados. El amor es una fuerza universal y es, en mi opinión subjetiva, un valor innato. Luego, estos retos no deberían ser interpretados como una carga, sino como una oportunidad de aprendizaje constante que obtenemos en cada vivencia, en cada hecho, en cada instante. Si hacemos esto, con amor, vivimos mucho más felices, en paz y armonía con nosotros mismos y con los demás seres vivos. Aceptamos a estos tal como son sin generar expectativas ilusorias, las cuales desencadenan sufrimiento y rabia, sentimientos que no son innatos ni esenciales. Y es que estas expectativas ilusorias en realidad no existen, sino que el sujeto, desde el egoísmo, las crea. En este sentido, las expectativas son ilusiones subjetivas falsas que el sujeto, de forma inconsciente, crea para intentar llenar un "vacío" que no existe. Es ahí donde se puede crear una herida emocional que genera egoísmo y sufrimiento. Sin embargo, si superamos este reto de generar expectativas, estaremos dando los primeros pasos para hallar la felicidad plena.

Otro valor fundamental es el perdón. Teniendo en cuenta que nada ni nadie puede ofendernos, ya que somos seres, a veces no tenemos esta consciencia e interpretamos los hechos que nos pasan como algo personal. Es aquí donde surge el victimismo, el cual es una mentalidad subjetiva y egocéntrica donde interpretamos las cosas que nos pasan como injustas, culpando a los demás de nuestro propio sufrimiento. Para evitar esto, hay que perdonar, no sólo a los demás, sino a nosotros mismos, comprendiendo que absolutamente nada nos puede herir. En este sentido, el perdón es un valor que nos permite sobrepasar y trascender cualquier sentimiento de culpa, evitando incluso enfermedades futuras. El perdón ayuda mucho a sanar heridas que llevamos dentro, evitando así malestares.       

Estas son las curas para nuestras heridas emocionales que se van formando a partir de las creencias egocéntricas. En este sentido, es el ego el que nos va formando estas heridas, impidiéndonos reflejar nuestro ser en su totalidad. El ego cuestiona y no acepta todo lo que nos pasa en nuestras vidas, convirtiéndonos en reactivos contra los hechos que la misma vida nos tiene preparados. Y es que la vida no nos enfrenta, sino que nos pone en nuestro camino hechos perfectos para aprender y seguir adelante cada instante. Si interpretamos estos hechos como una oportunidad de aprendizaje, nuestro ser será reflejado en todo su esplendor. Pero si no los aceptamos y reaccionamos impulsivamente ante ellos, el ego se apoderará de nosotros. El ego es un escudo protector que nos invade y nos impide autoconocernos y amarnos. Sin embargo, todo lo que nos sucede tiene un propósito y un sentido, y hay que hallarlos y comprenderlos para seguir nuestro camino.

Por otro lado, el amor es una fuerza y energía innatas y ontológicas que tiene la capacidad de construir diferentes valores esenciales. El amor lo es todo. Desde el amor, no existen seres superiores ni inferiores, ya que forma un todo. El amor comprende y acepta todas las formas de vida del universo, sean diminutas, pequeñas, medianas o grandes. El amor no discrimina nunca porque, desde este, todos somos uno. Plantas, animales, hongos, humanos, etc. Todas estas formas de vida se complementan para formar un todo. Sin embargo, desde las creencias egocéntricas, pensamos que los humanos somos superiores por una capacidad de razonar imperfecta que nos impide pensar y vivir en comunidad. Y es que una comunidad es un conjunto de seres vivos que comparten características comunes y que se organizan y relacionan colectivamente para conseguir un objetivo común, habitando un territorio. Vivir en comunidad significa vivir en armonía y felicidad, sin compararnos con los demás. Por esto, en una comunidad no existen individuos, sino seres vivos que se conocen y se apoyan mutuamente para conseguir un objetivo común. Vivir en comunidad significa vivir en amor, siendo inexistentes las relaciones de poder. Pero para vivir de esta manera hay que aceptarnos a nosotros mismos y a las demás formas de vida tal como son. Vivir en comunidad significa que ya hemos superado el individualismo que nos cegaba.    

Ahora bien, un juicio es una oración que se afirma con un conocimiento previo. Y muchas veces no destruye, sino construye. Pero si se emiten juicios sin conocimientos previos, estaremos cayendo en las trampas del ego, ya que este no construye, sino destruye. Estos juicios, en muchas ocasiones, etiquetan, creando relaciones de superioridad e inferioridad, teniendo la falsa creencia del llamado "sabelotodo". Sin embargo, en estos casos, actuamos desde la ignorancia, ya que no conocemos las diversas condiciones de los seres vivos. Dicen que las palabras tienen poder, en el sentido que estas construyen o destruyen. Pero más allá de esta frase, dejar de etiquetar significa comprender y aceptar estas condiciones, brindándoles amor sin juzgarlas. Recordemos que las palabras se las lleva el viento, pero siempre quedan nuestras acciones. En realidad, desde nuestro ser, los juicios no existen, ya que el ser es indestructible y amoroso. Es por esto que nosotros mismos somos quienes decidimos si nos duele o no las ofensas que en realidad no existen. Si decidimos sobrepasar estas ofensas, impidiendo que nos duela o que nos produzca rabia, estaremos superándonos y amándonos a nosotros mismos. Esta decisión se debe tomar de manera consciente. Las palabras pueden construir o destruir sólo si nosotros lo permitimos, es una interpretación. Y si tomamos la decisión de que nos "destruyan", lo que hay que hacer es tomar un tiempo para reflexionar, perdonar y seguir nuestro camino. Para concluir esta idea, las palabras tienen poder siempre y cuando lo permitamos, y aquí es donde hay que reflexionar acerca de estos hechos con amor y consciencia, y seguir el camino.

En conclusión, para sanar las heridas emocionales hay que autoconocernos, amarnos e interpretar los hechos que suceden como una oportunidad de aprendizaje, no juzgando ni etiquetando a la realidad externa. Y es que esta realidad es como es y no la podemos cambiar, ya que es perfecta y siempre tiene un sentido. Si comprendemos su propósito o sentido, dejamos de luchar y reaccionar de forma agresiva frente a los hechos, aceptándolos tal como son sin generar expectativas. Y además, estaremos sanando las heridas emocionales. Esta es una decisión de vida que tomamos para disfrutarla y aceptarla tal como es.    

viernes, 21 de abril de 2023

¿Qué es la historia?

La actualidad es resultado de un devenir histórico constante, donde se han ido configurando las diferentes condiciones que vivimos a diario. En este sentido, la historia nos ayuda a comprender los fenómenos en los que estamos sumergidos, analizando sus causas reales y sus consecuencias. Dicho esto, intentaré responder a esta pregunta fundamental que nos hacemos y que a veces caemos en diferentes creencias erróneas.

Primero que todo, la historia es una ciencia social que estudia el tiempo presente. Esta definición hay que analizarla por partes para su comprensión. Dicho esto, la ciencia es un tipo de conocimiento que estudia e investiga los diferentes fenómenos sociales, naturales y artificiales a través de la observación, experimentación y medición. De esta manera, según el historiador español Enrique Moradiellos, en su libro El oficio del historiador, "las distintas formaciones socioculturales (como la geometría, matemática, física, lingüística, etc) son esencialmente una actividad humana constructiva que produce un tipo particular de conocimiento de las siguientes características: crítico-racional, organizado, sistematizado, transmitido y desarrollado históricamente" (Moradiellos, 1994, p. 1). Es decir, la ciencia es un conocimiento que se construye de forma colectiva, y, sobre todo, las diversas ciencias tienen un objetivo común: investigar la verdad, estableciendo "la necesidad de contar con referentes materiales específicos para apoyar su discurso lingüístico" (Moradiellos, 1994, p. 3). Por esto, las ciencias se oponen a creencias y mitos, ya que se construyen a partir de una investigación exhaustiva, la cual se convierte en un relato. 

Teniendo claro lo anterior, la historia no es una simple palabrería ni un discurso populista, ya que, parafraseando a Marc Bloch en su obra Apología de la historia, hay esfuerzos por narrarla verídicamente. Dicho en otras palabras, la historia es una ciencia social que desarrolla un relato a partir de una investigación exhaustiva que el o la historiadora interpreta los hechos. Y esta ciencia no solo investiga los hechos, sino también los estudia y hace dicho proceso cognitivo de interpretación para después narrarlos. Además, según Bloch, la historia es el estudio de las sociedades humanas, donde son protagonistas, ya que ellas son las narran los hechos. En este sentido, la historia la llevan a cabo los seres humanos, siendo protagonistas al escribirla y narrarla. Sin embargo, no hay que caer en el antropocentrismo, ya que la historia también estudia las relaciones que se establecen entre el territorio y los seres humanos.

Ahora veamos porqué la historia no estudia el pasado, sino el tiempo presente. Volviendo a Moradiellos, en en su libro El oficio del historiador, "En su calidad de ciencia humana, la Historia (mejor: las disciplinas históricas en plural) tiene un campo de trabajo peculiar que no es, ni puede ser, el "Pasado"" (Moradiellos, 1994, p. 7). Y agrega: "Y ello porque el pasado, por definición, no existe, es tiempo finito, perfecto acabado y como tal incognoscible, científicamente porque no tiene presencia física actual y material" (Moradiellos, 1994, p. 7). Además, según Edward Halett Carr en su obra Qué es la historia, argumenta: "Y esta misma acción recíproca entraña reciprocidad entre el pasado y el presente, porque el historiador es parte del presente, en tanto que sus hechos pertenecen al pasado" (Carr, 1961, p. 40). Es decir, el historiador debe hacer un constante dialogo con el presente, ya que el pasado no existe y el presente es consecuencia de una serie de transformaciones e interpretaciones que el ser humano analiza de los hechos históricos. Además, aún no hemos superado diferentes fenómenos que han existido, como la violencia.        

Otro punto fundamental es que el o la historiadora no solo recolecta datos, sino que los investiga, los analiza, los ordena y los interpreta de manera crítica y reflexiva. Y es que para investigar un hecho histórico, se debe hacer todo este proceso cognitivo con el fin de narrarlo. Pero, ¿qué es un hecho histórico? Un hecho histórico es un suceso que tiene trascendencia en un contexto, que marca un antes y un después, y es de carácter interpretativo y tiene relevancia. Por esto, el historiador debe investigar e interpretar de manera analítica, crítica y reflexiva para seleccionarlo. Y es que, según E. H. Carr, en su obra Qué es la historia, "Solía decirse que los hechos hablan por sí solos. Es falso, por supuesto. Los hechos sólo hablan cuando el historiador apela a ellos" (Carr, 1961, p. 15. ). Es decir, el historiador, con su capacidad analítica e interpretativa, es quién decide lo que es y lo que no es un hecho histórico, y hace este proceso a partir de la investigación, análisis e interpretación de datos.

Además, en la historia no existe una verdad absoluta, ya que, parafraseando a Bloch en su obra Apología de la historia, los pueblos pueden cambiar, y los historiadores deben ponerse en guardia sobre ello, ya que la historia malentendida puede desacreditar a la bien entendida. Por esto, la historia es una ciencia que está en constante investigación. Además, según él, las ciencias auténticas logran establecer relaciones explicativas entre los fenómenos, lo demás es "polimatía". 

Por último, analizaré qué no es historia. La historia no es un simple estudio del pasado ni del futuro, ya que, como lo mencioné anteriormente, estos no existen. Además, como lo indica Moradiellos en su obra El oficio del historiador, "En definitiva, si bien la historia científica no puede "predecir" el futuro ni proporcionar ejemplos de conducta infalibles, sí permite exponer los orígenes del presente e iluminar las circunstancias de su gestación, funcionamiento y transformación" (Moradiellos, 1994, p. 15). Como vemos, la historia no estudia el pasado ni predice el futuro, ya que estos tiempos no existen, pero sí hace una relación constante entre los hechos y el presente. La historia no predice el futuro, pero sí estudia, analiza e interpreta el presente. Además, la historia no es una simple cronología, ya que no solo se dedica a ordenar temporalmente los hechos históricos. Esta es una función muy básica del historiador, ya que, como lo indica E. H. Carr en su libro Qué es la historia, "Elogiar a un historiador por la precisión de sus datos es como encomiar a un arquitecto por utilizar, en su edificio, vigas debidamente preparadas o cemento bien mezclado" (Carr, 1961, p. 14). Y es que los datos no lo son todo para el historiador, y la historia no se dedica solamente a recolectarlos y ordenarlos cronológicamente, sino se dedica a analizarlos e interpretarlos en un sentido lógico y crítico para la reconstrucción histórica. Además, los datos no hablan por sí solos, sino que el historiador habla por ellos.

En conclusión, la historia no es un mero orden cronológico de datos y se opone a mitos y creencias, sino que, como lo mencioné anteriormente, es una ciencia social que está en constante diálogo con el presente. Los historiadores no lanzan juicios sin fundamento, sino que se dedican a investigar, analizar e interpretar los hechos históricos de manera crítica y reflexiva. Por esto, para dedicarnos a esta disciplina fabulosa, debemos interrogar, pensar e investigar constantemente el contexto actual y sus orígenes. Además, la historia nos ayuda a comprender la desigualdad y la represión que existe actualmente. Los animo a entrar en esta fabulosa ciencia social.  

Bibliografía  

El oficio del historiador. Enrique Moradiellos

Apología de la historia. Marc Bloch

Qué es la historia. E. H. Carr

domingo, 16 de abril de 2023

El comunismo, ¿un mundo utópico?

Vivimos en un siglo XXI donde impera el poder, el Estado, el dinero, la injusticia, la fama y la desigualdad. Vivimos una fase en la cual existen pocos con mucho y muchos con poco, y en la cual el dinero controla y manipula todo lo que existe y lo convierte en mercancías para comprar y vender, la famosa "mercadotecnia". En este sentido, el capitalismo ha sido resultado de un supuesto "progreso" por parte de la burguesía a lo largo de la historia que ha impedido la tan ansiada sublevación del proletariado, la cual Marx menciona en la obra El manifiesto del partido comunista, junto con Federico Engels. Las clases dominantes se han tomado el poder, impidiendo así una revolución comunista, ya que los intentos de esta siempre han fracasado. El poder siempre tiene cómplices que lo apoyan e impiden esta revolución.
Pero, ¿qué es el comunismo? ¿Por qué tanto miedo? Y, sobre todo, ¿porqué no se ha dado? Para responder a estas preguntas fundamentales, es necesario primariamente analizar qué es la historia, ya que esta es una disciplina que ayuda a responder la pregunta anterior. Primero, la historia es una ciencia social que, según el escritor español Enrique Moradiellos, en su obra El oficio del historiador, señala que "dentro de nuestro ámbito cultural, la Historia, en su calidad de disciplina académica sólidamente establecida, forma parte de la llamada "República de las Ciencias"" p.13. Es decir, en esta cita Moradiellos recalca la historia como una disciplina científica. Además, Marc Bloch, en su obra Apología de la historia, señala que la historia no es un simple pasatiempo, ya que hay esfuerzos por narrarla verídicamente. Aquí, ya se tiene una idea fundamental acerca de la historia, y es que esta es una ciencia, ya que hay esfuerzos por narrarla verídicamente. Siguiendo esta idea, para Marc Bloch, la historia tiene dos pares de lentes: uno que se enfoca en el pasado y otro que se enfoca en el presente. Este aspecto es muy importante comprenderlo, ya que la historia, al ser una disciplina científica que se encarga de investigar, interpretar y narrar los hechos, estudia el tiempo presente, ya que, para el autor británico Edward Hallett Carr en su obra Qué es la historia, "la historia consiste en un cuerpo de hechos verificados. Los hechos los encuentra el historiador en los documentos, en las inscripciones, etc, lo mismo que los pescados sobre una pescadería" p. 12. Y siguiendo, "El historiador los reúne, se los lleva a casa, donde los guisa y los sirve como a él más le apetece" p. 12. Es decir, el historiador no debe caer en el error de acumular datos, sino que los debe saber interpretar, siendo este un proceso cognitivo y consciente para construir la historia y poder comprender los fenómenos actuales, ya que estos tienen, como lo indica también Bloch, unas causas que deben ser analizadas y comprendidas.   
Teniendo muy en cuenta lo anterior, el comunismo es un proceso histórico construido de manera colectiva, haciéndole frente a las opresiones, desigualdades e injusticias, teniendo como principio el bien común. En la obra antes mencionada titulada El manifiesto del partido comunista, cita que "Pero es necesario recordar que la palabra comunismo hace referencia a lo común, y en efecto, este partido político está caracterizado por la abolición de la propiedad privada colectivizando los medios de producción para instaurar una sociedad sin distingo de clases" p. 7. Es decir, el comunismo es un sistema crítico y colectivo, el cual se basa en el bien común y le hace frente a aquellos sistemas que se basan en la riqueza individual y la opresión. En el comunismo no hay individuos, sino personas que crean relaciones amorosas, comunes y conscientes entre ellas mismas y los diversos territorios, interpretándolos como un conjunto de factores bióticos y abióticos a los que cuidan, respetan e integran este determinado territorio. En el territorio, entendido como una superficie, terrestre o marítima, conviven y se relacionan seres vivos con el espacio que habitan. Es decir, el territorio es el espacio geográfico en el que habitan seres vivos, estableciendo relaciones de amor, apoyo y solidaridad, sin cumplir roles, sino funciones. Otro aspecto fundamental del comunismo es que no existe el concepto de antropocentrismo, es decir, corriente filosófica que sitúa al ser humano como el centro, poniendo en  segundo plano las demás formas de vida. 
Sin embargo, el comunismo siempre se ha sido abolido por las clases dominantes y el Estado, caracterizados por la concentración del poder, propiedad privada, opresión e impedimento a las revoluciones sociales. En este sentido, el capitalismo se caracteriza por la concentración de la riqueza y del poder en manos de las clases dominantes burguesas, las cuales explotan de manera constante a los trabajadores, valorándolos como fuerza de trabajo, más no en calidad de seres humanos. De esta manera, para Marx, el sistema capitalista se basa en la explotación de clases. Y es que el fin último del capitalismo no es el bien común, sino la concentración de una riqueza material finita en manos de la burguesía. Sin embargo, esta riqueza material la producen los proletarios, quiénes trabajan en condiciones infrahumanas, siendo invisibilizados por los burgueses.
El capitalismo no se basa en el bien común, sino en unas aparentes libertades individuales, las cuales son egocéntricas y se basan en la acumulación de capital. Por esto, en este sistema existen clases sociales, unas viviendo en el centro, que es donde se acumula la riqueza y el poder, y otras (las más pobres) ubicadas en las periferias, viviendo en condiciones infrahumanas, siendo marginadas y rechazadas. Sin embargo, estas capas sociales son fundamentales para el capitalismo, ya que son las que trabajan y manipulan los los medios de producción para poder distribuir las riquezas de forma inequitativa.
Por otra parte, el trabajo en el capitalismo es fundamental, ya que genera riqueza para mantener la concentración del poder. Y es que el objetivo de este sistema es maximizar el beneficio, por lo que hay aumento de trabajo forzado por parte de los proletarios. Para esto, los capitalistas aumentan las jornadas laborales. Hoy en día, existen derechos de los trabajadores. Sin embargo, de alguna manera siguen siendo explotados, ya que el salario mínimo que ganan apenas alcanza para su subsistencia y la de sus familias. Esto sin mencionar que sigue existiendo trabajo informal, en el cual el trabajador o la trabajadora no gana un salario fijo y sus puestos de trabajo se ubican en las calles, resistiendo a las diversas condiciones climáticas y al riesgo de que los policías, una fuerza históricamente represiva, les quiten su puesto.
Teniendo lo anterior en cuenta, veamos porqué el comunismo es una utopía o una ilusión, ya que hoy en día este sistema no existe en su máxima expresión, siendo abolido por diferentes sectores que concentran el poder, temiendo una revolución proletaria. Como he citado antes, el comunismo es un sistema que hace referencia a lo común, siendo inexistentes la concentración del poder, las clases sociales y la mercantilización de las personas, así como de los diversos territorios y formas de vida que los habitan. Dicho esto, mi mentor de la Universidad Alternativa, Miguel E. Cárdenas Rivera, en su texto El Estado (burgués) y el mito de la violencia legitima, argumenta que "la crisis del capitalismo global y los intentos de acudir al Estado revelan que este no es una institución pública, por el contrario, es un ente garante del interés privado que la burguesía estima necesario para resolver los problemas del gran capital" p. 20. Y agrega: "En las manifestaciones callejeras en las que concurren miles y miles de indignados se reclama al Estado que intervenga con medidas preventivas, que investigue, que legisle, que sancione, etcétera, como si se pudiera esperar que el Estado haga algo eficaz en tal o cual sentido" p. 20. Es decir, el Estado, al ser una institución privada que concentra el poder y el capital, no es una institución pública que representa a un pueblo. Por el contrario, es una entidad que no es capaz de resolver los problemas que aquejan y afectan a la población de un territorio, sino que antes los agravan, y además, impide la vida en comunidad. Este Estado es puramente capitalista, ya que prima el interés privado, concentrando así el poder, el dinero y aumentando la violencia. Y es que un gobierno, sea de izquierda o de derecha, a través de discursos y oratorias populistas, cada 4 años convencen a la población que hay que votar por ellos, ya que será la solución a los problemas que los aquejan. Y es que, según el artículo Colombia izquierda y derecha unidas, "la Presidencia de la República se instituye como una monarquía democrática (un rey electo cada cuatro años) que goza de un poder político, administrativo, militar, policial y disciplinario que le permite cooptar tanto a la rama legislativa como la judicial, pues su funcionamiento depende del Ejecutivo, sin más". Esta idea establece que no hemos superado la monarquía, ya que, a través de unas supuestas elecciones "democráticas", nos hacen creer que estamos eligiendo y que estamos representados por un presidente que nos va a resolver los diferentes problemas que nos aquejan. Y agrega: "Cada gobierno es peor que el anterior como ley de la inercia". En este sentido, un gobierno no puede representar a el pueblo, ya que maneja a su antojo el dinero que supuestamente estaba destinado para satisfacer las necesidades del pueblo. Sin embargo, este dinero siempre se desvía hacia las clases políticas dominantes, quedando en el olvido las iniciales propuestas populistas que hacían muchas promesas. Así, este es el comportamiento de cada gobierno capitalista, el cual siempre busca el interés privado.       
Todos estos aspectos son medidas anticomunistas, las cuales impiden tener una vida digna, tranquila y sin preocupaciones. De esta manera, el anticomunismo se ha apoderado, gracias a sus redes de poder, acumulación y engaño. El capitalismo nos impide interpretar la realidad de una manera crítica, analítica y reflexiva, gracias a su ley de consumo. Y es que el capitalismo siempre nos invita a consumir, de una manera excesiva y desaforada, con el fin de no cuestionarlo, analizarlo ni hacerle frente. Sin embargo, no observamos que detrás del consumo capitalista hay unos trabajadores que hacen posible este consumo. Y que estos trabajadores tienen unas historias de vida y unas familias que son invisibilizadas y guardadas en el cajón del olvido.  
Y, ¿existen soluciones ante los problemas que genera el sistema capitalista? ¿Cómo hacer frente a este sistema? ¿Es posible el comunismo en el siglo XXI? Estas cuestiones son fundamentales, ya que el comunismo no solo es un sistema, sino un estilo de vida que no ve la realidad externa como una oportunidad de explotación, sino una de aprendizaje, en la cual todas y todos somos iguales. Esta es la primera cuestión. Y es que el capitalismo todo lo interpreta como una ganancia, así que todo lo explora y lo explota para obtener beneficios individuales. Seres humanos, animales y plantas. Estas formas de vida son oportunidad de extraer beneficios para unos pocos. Un ejemplo de esto fue la trata de esclavos afrodescendientes por parte de los europeos durante el siglo XIV traídos a América para desempeñar trabajos forzosos. Esto es un capitalismo racial que mira con los ojos de la mercancía y la explotación. Cabe señalar que, según Margarita Peña y Mortimer Marañón en su libro Colombia su historia y geografía resumidas, "El pueblo colombiano ha resultado de tres grupos raciales fundamentales: el indio, establecido con anterioridad a los otros, base fundamental de la población; el blanco, representado por el conquistador español, portador de los principales elementos culturales; y el negro, traído de África como esclavo" p. 131. Es decir, somos el resultado de la mezcla entre estos tres grandes grupos humanos. Sin embargo, no hemos superado aún el racismo colonial heredado de los españoles. Este racismo perdura e impide la participación plena y efectiva de esta comunidad dentro de diferentes ámbitos culturales. Y es que esta es una solución ante la represión capitalista. Comprender que todos somos uno, que no existen diferencias entre el burgués y el proletario, ya que los dos comparten características comunes, a pesar de su continua explotación, y que todas y todos merecemos respeto, no por lo que hacemos, sino por lo que somos. Al fin y al cabo, esto es el comunismo. 
Ahora veamos cómo es la relación de ambos sistemas con el territorio. El territorio comprendido como un espacio geográfico, sea terrestre, aéreo o marítimo, donde se desarrolla la vida y convivencia entre diferentes seres que lo habitan. En este sentido, el capitalismo, al ser un sistema basado en la ganancia y la acumulación, interpreta cada territorio como una forma de explotación, ya que su objetivo es la acumulación de capital. El capitalismo sobrepasa el territorio y las comunidades para avanzar en el "progreso" de la población. Sin embargo, este progreso es para las élites, las cuales acumulan el capital y concentran la riqueza en manos de unos pocos. En este sentido, la revista Cambios y Permanencias en su texto Camilo Torres y Orlando Fals: antiélite, utopía y pluralismo, Miguel E. Cárdenas cita lo siguiente: "el cuño de las interpretaciones adelantada por Torres Camilo y Fals Borda va moldeando un inconformismo de base científica que "los convirtió en verdaderas antiélites, que propugnaron por el cambio de las estructuras del poder y la construcción de un pensamiento científico acorde con las realidades inmediatas, cercanas y propias del contexto violentocíclico colombiano" (Herrera Farfán y López Guzmán, 2013, p. 8)" p. 47. Como vemos, las élites dominantes acrecentan la violencia en el país al ser incapaces de resolver los problemas que afectan el territorio, contando con el apoyo de empresas privadas que tampoco son capaces transitar por el camino de la paz.  
Además, otros grupos que impiden el comunismo son las fuerzas armadas y su constante represión hacia la población. La policía y el ejército, entendidas como dos fuerzas que mantienen un supuesto (des)orden, no aportan en absoluto hacia una búsqueda de la tan anhelada paz que los gobiernos, con discursos populistas, tanto han pregonado pero que pocos resultados han obtenido. Estas fuerzas, las cuales cada gobierno pide respeto, ya que son autoridades, abusan del poder y son represivas, siendo aliadas para la contención del comunismo. Para citar algunos ejemplos, se puede nombrar la revolución de los artesanos en Bogotá, Colombia en 1854. Este hecho histórico lo relata Diego Alejandro Monroy García, en su obra Pan, trabajo o muerte: Los Artesanos de la Sociedad Democrática de Bogotá, donde relata sobre los Artesanos de aquella época: "La naturaleza de su entorno material (talleres, herramientas y productos que elaboraban) les generaba cierta experiencia en sus oficios y de empatías con sus compañeros" p.9. Aquí, podemos observar el materialismo de los Artesanos en sus respectivos oficios, como zapatero, sastre, ebanista y herrero en los talleres de trabajo, así como la relación burgués-Artesano, ya que "estas personas privilegiadas si querían acelerar el proceso del trabajo tomaban un garrote y le descargaban un golpe en la espalda al Artesano" p.9. Esta relación burgués-trabajador siempre ha sido de superioridad y maltrato, ya que para llegar al desarrollo capitalista, siempre existe la explotación. Sin embargo, estos Artesanos tenían identidades culturales que el burgués no pudo eliminar. Como ejemplo de esta tesis, "El autor nos deja entrever las relaciones que se podían tejer entre Artesanos, indígenas y otros sectores de la sociedad en torno a las festividades religiosas" p.13. Otro ejemplo fue el intento revolucionario fallido de los artesanos en 1893, gracias a la represión policial sufrida entre la población. En su obra El motín artesanal de enero de 1893, según Renán Vega Cantor, esta fuerza, a cargo en ese entonces por el francés Jean Marcelino Gilibert, tenía el fin de mantener el orden, vigilando "la conducta de las prostitutas con el fin de evitar escándalos y moderar sus disipadas costumbres" p. 3. En esta época, Bogotá era una ciudad muy pequeña, con 85.000 habitantes y pocos barrios, y además ya se notaban las diferencias sociales que existían, ya que, como resultado de la primera bonanza cafetera, un pequeño sector de la población se enriquecía, mientras la otra parte de la población eran pobres y afrontaban pésimas condiciones de vida. Geográficamente, estas diferencias sociales eran claramente notorias, ya que "Los pobres estaban siendo desplazados de las casas del centro hacia los cercanos barrios periféricos, como Las Cruces, Santa Barbara, Egipto, San Victorino" p. 2. Eran consideradas como "clases peligrosas". Además, existían enfermedades que afectaban a los más pobres, debido a la inexistencia de alcantarillado, suministro de agua potable y pésimas condiciones de higiene, generando, según informes locales, tifo y tos ferina. En este contexto, con la Policía Nacional, se incrementó el pie de fuerza y se aumentaron los controles y la presión social hacia los habitantes de la ciudad. Aún hoy en día, la policía sigue, por órdenes del Estado, manteniendo un (des)orden social que impide que el pueblo se rebele de las injusticias estatales, incluso enviando a la cárcel más que todo a personas pertenecientes de sectores sociales más bajos, pero protegiendo siempre los intereses de las élites, impidiendo así la revolución comunista.  
Por estos motivos, el comunismo ha sido un mundo meramente idealista, finito, imaginario, malinterpretado, y sobre todo, inexistente. El comunismo lo han impedido las élites, las ideologías izquierdistas y derechistas, el poder, el dinero, el mercado capitalista, la acumulación de capital, la falsa creencia que una vida vale más que otra, y sobre todo, una relación burgués-proletario basada en el poder y la explotación capitalista que impide su revolución. En conclusión, seguimos viviendo en la época de la prehistoria, ya que no hemos superado la violencia. Por el contrario, la hemos prolongado desde nuestros propios orígenes, ya que, según Carl Langebaek en su obra Antes de Colombia. Los primeros 14.000 años, durante la época precolombina se presentaban formas de violencia entre las poblaciones nativas, como los cacicazgos y la jerarquización de estos grupos humanos. Sin embargo, según él, no hay punto de comparación entre esta violencia y la presentada por los conquistadores españoles, a la que él llama "violencia indiscriminada".
En conclusión, el capitalismo se ha apoderado de nosotros y nosotros, un capitalismo "feroz" que impide sacar a la luz nuestros valores más intrínsecos, además de establecer relaciones de amor, respeto y solidaridad entre las personas y los diversos territorios de este planeta. Si seguimos viviendo e interpretando la realidad externa de una manera mercantil y atropocentrista, la humanidad está destinada inevitablemente al fracaso. Por esto, vivamos nuestra esencia, dejando a un lado rencores y falsas creencias egoístas. De esta manera, hagámosle frente al capitalismo, creyendo en nosotros y nosotras mismas y respetando, observando y valorando las diversas formas de vida en este planeta.    
Referencias bibliográficas
El manifiesto del partido comunista. Karl Marx y Federico Engels
El oficio del historiador. E. Moradiellos
Apología de la historia. Marc Bloch 
Qué es la historia. E. H. Carr
El Estado (burgués) y el mito de la violencia legitima. Miguel E. Cárdenas Rivera
Colombia izquierda y derecha unidas. Diario El Salmón
Colombia su historia y geografía resumidas. Margarita Peña y Mortimer Marañón
Camilo Torres y Orlando Fals: antiélite, utopía y pluralismo. Miguel E. Cárdenas
Pan, trabajo o muerte: Los Artesanos de la Sociedad Democrática de Bogotá. Diego A. Monroy
El motín artesanal de enero de 1893. Renán Vega Cantor
Antes de Colombia. Los primeros 14.000 años. Carl Langebaek

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